ESFL125

I semana del Tiempo Ordinario – Martes

Una libertad de expresión y una vida libre


Entraron en Cafarnaúm, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar.
Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar;«¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios». Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre». El espíritu impuro lo sacudió violentamente, y dando un alarido, salió de ese hombre. Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!». Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea. Mc 1,21-28


Hoy, el Evangelio de Marcos presenta la enseñanza de Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm. No nos dice el objeto del argumento, pero nos dice que se trata de una «¡Enseñanza nueva «, anunciada con autoridad, y nos muestra los efectos: el asombro de los presentes, además del poder para erradicar el mal donde él se anida. Es el poder de la Palabra de Dios,que hoy como entonces,vence nuestras inercias y los obstáculos que nos mantienen en el Egipto de nuestra indiferencia, haciéndonos poner de pié para empezar un éxodo de nosotros, para seguir a Jesús. Es la liberación de un mal social arraigado desde hace miles de años en nosotros, que se expresa en la codicia,en el egoísmo, en el objetivo de la máxima ganancia y en el espíritu de dominación. En este Egipto, en el que los hombres han sido siempre esclavos, los enfermos mentales, que son las personas más débiles, los que no logran establecer un relación madura con una sociedad tan difícil, terminan por ser aún más devastados. Dijo monseñor Pezzoni, preboste de Varese, recordando los años en los que él se había dedicado a sus queridos “locos”, que siempre añoraba: «No hay pobre màs pobre del que no es dueño ni siquiera de sus mismos pensamientos”. Es el pecado del mundo que alimentado continuamente por el hombre, siempre dispuesto a conceder derechos al diablo, se descarga sobre los más débiles.

Es el espíritu del mal, arraigado en la sociedad, que no tiene nada que ver con la palabra de Dios – libre y liberadora – con la que no puede tener ningún tipo de compromiso. Esta situación encuentra su explosión en el grito de este endemoniado: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?” Has venido a arruinarnos! Sé quién eres: el Santo de Dios. » Pero Jesús, hablando directamente al espíritu del mal que esclavizaba a aquel desgraciado, le ordena: «¡ Cállate y sal de este hombre!» Es el proceso de liberación del hombre, que parte de la palabra de Dios, siempre capaz de librarnos del mal y de ir más allá. Surge, entonces, un programa de vida para nosotros, para luchar al lado del Señor, en la batalla contra la esclavitud del hombre: una palabra libre que refleja la libertad del Evangelio, confirmada por un modo de vivir libre. Una palabra libre y una vida libre constituyen el modo auténtico para atacar el mal social en su raíz.

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