ESFL292

XXV semana del Tiempo Ordinario – Viernes

La historia de Petra y de Luis

El día veintiuno del séptimo mes, la palabra del Señor llegó, por medio del profeta Ageo, en estos términos: Di a Zorobabel…. gobernador de Judá, a Josué…Sumo Sacerdote… ¿Queda alguien entre ustedes que haya visto esta Casa en su antiguo esplendor? ¿Y qué es lo que ven ahora? ¿No es como nada ante sus ojos? ¡Animo, Zorobabel!… Josué … ¡Animo, todo el pueblo del país! –oráculo del Señor–. ¡Manos a la obra! Porque yo estoy con ustedes –oráculo del Señor de los ejércitos…. Porque así habla el Señor de los ejércitos: Dentro de poco tiempo, yo haré estremecer el cielo y la tierra, el mar y el suelo firme. haré estremecer a todas las naciones: entonces afluirán los tesoros de todas las naciones y llenaré de gloria esta Casa dice el Señor de los ejércitos…. la gloria última de esta Casa será más grande que la primera, dice el Señor de los ejército, y en este lugar yo daré la paz –oráculo del Señor de los ejércitos. Ag 2,1-9

Petra  y Luis, una simple pareja de cónyuges, en la que nosotros hemos comprendido bien quien es el que manda, hace algunos años nos invitaron a come en su villa en la Toscana. A mitad de la tarde los saludamos: no habíamos salido todavía del cancel cuando, por el espejito retrovisor del automóvil, habíamos notado que litigaban furiosamente.

En el asado lo hacían con frecuencia, pero últimamente que iban de acuerdo como esposos en su luna de miel. “¿Qué cosa había sucedido” nos hemos preguntado. “Hemos renovado nuestro matrimonio” respondió Luis. Esto lo vemos, pero ¿cómo pudo haber sucedido?” “Sucedió durante nuestro encuentro de oración con nuestro amigos, a quien habíamos pedido de hacer oración por nosotros. A un cierto punto uno de ellos abrió la Biblia y comenzó a leer el libro de Ageo”. Era el texto de hoy, en el que se habla de la reconstrucción del Templo de Jerusalén: “¿Quién permanece entre ustedes que haya visto esta casa en su primitivo esplendor? Pero ahora en qué condiciones la pueden ver?” En comparación con aquella, no había sido reducido a nada. Ahora, tengan ánimo porque yo estoy con ustedes”. “Nos hemos mirado – añadió Petra, porque nos hemos dado cuenta que el Señor nos estaba hablando: el templo que teníamos que construir era nuestro matrimonio. Regresamos a casa y durante toda la  noche hemos reflexionado sobre aquel pasaje de la Escritura. Ahora – concluyó Petra – hemos comenzado a rezar juntos y nuestro matrimonio se ha regenerado”. De frente a este testimonio hay que reconocer que ciertas situaciones las recompone sólo el Señor. Los abogados y jueces no pueden hacer nada. Petra y Luis, sin embargo, han tenido con humildad que pedir una oración a los hermanos en la fe y comenzar a hacer oración juntos. Si una pareja de esposos, que vive en dificultades su  matrimonio, se pone a orar, el Señor toma en mano la situación y da comienzo a la obra de restauro.

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