ESFL353

XXXIV semana del Tiempo Ordinario – Miércoles

La Iglesia, salvación del mundo

Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.Lc 21,12-19.

El evangelio de hoy es la continuación del de ayer, que nos ha presentado la presencia de engañadores y alarmistas en el escenario de los problemas cotidianos: guerras, terremotos, aluviones, atentados, carestías, devastaciones, sufrimientos de los pueblos migrantes. En todos estos males el cristiano tiene el privilegio de ver el trabajo del nacimiento de un mundo nuevo. En este contexto el texto de hoy describe el clima social en que viven la Iglesia y los files cristianos: “Los detendrán, los perseguirán”. La persecución no es un desastre, sino una gracia de Dios, pues nos permite dar testimonio de nuestra fe en Cristo y de la esperanza en un mundo mejor. Es un servicio vital hacia la sociedad, por el cual el cristiano no debe hacer nada, todo lo hace el Espíritu Santo: «Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir».

No debemos hacer grandes discursos, pues con frecuencia el silencio es más elocuente. Cuando se me dijo que abandonara la escena política, no se me dio ningún motivo, y yo tampoco lo pedí, porque claramente el Señor me cerraba esa puerta para abrirme otra. Saludé a todos y los dejé. “Gracias, las consecuencias salvarán sus vidas”.- nos dice San Lucas hoy, pero la perseverancia no es obstinación en nuestros proyectos, es más bien disponibilidad a abrirse a los proyectos del Señor. Es también el secreto humano para resistir a las adversidades. Bajo la tempestad los robles se parten y los juncos se doblan, pero cuando el viento cesa, vuelven como antes.

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