ESFL131

II semana del Tiempo Ordinario – Martes

El sábado es para el hombre

Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar.Entonces los fariseos le dijeron: «¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?». El les respondió: «¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?». Y agregó: «El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado». Mc 2,23-28

Cuando de niño, pasando con mis amigos de infancia a través de los viñedos de la campiña toscana,sucedía a veces que arrancábamos de un racimo de uva dos o tres granos todavía verdes. Si el agricultor nos veía, nos perseguía, porque  existía la regla, no escrita, que los productos de la tierra deben llegar a maduración antes de ser recogidos.

Sin embargo, si los tomábamos cuando se acercaba ya la vendemia, a menudo sucedía que el agricultor nos dijera sonriendo: ;»Buena la uva este año,eh»! Hay, reglas que se aplican sólo en el tiempo de la espera, y que cuando este tiempo se cumple, automáticamente quedan sin efecto, porque ya no tienen razón de ser. Éste es el significado de la frase de Jesús: «El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado». El sábado, de hecho, era para  el judio el día de la celebración de la espera mesiánica, pero como con Jesús de Nazaret el Mesías había ya entrado en la historia, el tiempo de la espera se había cumplido. Todo esto era muy claro para Jesús y comenzaba  también a serlo para sus discípulos, que, tranquilamente,se permitían de hacer cosas que probablemente en el pasado no habrían hecho nunca.  

El problema de los fariseos, que se quejan con el Maestro por el   comportamiento de sus discípulos, es que no esperaban más ningún Mesías, porque lo  habían sustituido con la ley. La ley se había convertido para ellos en su mesías. En el pasaje evangélico de hoy, la actitud de los discípulos nos dice, en cambio, que en ellos el proceso de  liberación de las reglas ya había comenzado y estaba destinado a crecer,a medida que fueran madurando en la fe en el Señor y en el amor al prójimo. En otras palabras, las normas obsoletas decaen y las otras son asimiladas por los sentimientos y comportamientos inspirados a la fe verdadera. Todo esto lo resume San Agustín con la famosa frase de «Ama et fac quod vis». «Ama y haz lo que quieras».

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