ESFL258

XXI semana del Tiempo Ordinario – Lunes

¡Ay de ustedes, hipócritas

«¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran. [¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones! Por eso serán juzgados con más severidad.] ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno de la Gehena que ustedes! ¡Ay de ustedes, guías, ciegos, que dicen: «Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale»! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro? Ustedes dicen también: «Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar». ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda? Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él. Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita. Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él. Mt 23,13-22

La oposición de Jesús a los escribas y fariseos es radical y cubre todo el evangelio. En el texto de hoy, Jesús los desafía en campo abierto: es una acusa pública, ritmada por las palabras “¡Ay de ustedes”, Jesús los define como hipócritas, por impedir al pueblo entrar en el Reino de los cielos, por ser ciegos y necios, por seguir las pequeñas prescripciones de la Ley para poder desatender las más importantes, de atravesar el mar y la tierra para hacer un prosélito, y volverlo hipócrita como ellos. Es una acusa de atenerse a las apariencias para desatender la substancia de la Ley, es la búsqueda constante de la vanagloria, del prestigio, de la ambición y de los privilegios.

Sion los pecados de la humanidad de todo tiempo, no sólo de los escribas y fariseos: debemos combatirlas a la luz del evangelio de Jesucristo, cuyo mandato es ser sus testigos. Para poder ser sus testigos con credibilidad y eficacia, hay que estar lejos de las apariencias y la ostentación de la fe.

Se necesita que esto aparezca con naturalidad a través de las palabras y de las acciones de la vida, lo cual es posibles hacer si se viven las costumbres: porque cuando estamos en casa comenzamos las comidas con una señal de la cruz, y con discreción debemos hacerla en los restaurantes. Un día iniciamos la comida con una señal de la cruz y uno de los invitados me preguntó porqué lo hacía. Yo contesté que porque me sentía libre de agradecer a Dios por la providencia que tenía delante del plato. Si no lo hiciera me sentiría confundido delante de ustedes y no me sentiría agradecido con el Señor. Conversamos durante la comida sobre argumentos de fe, nos hicimos amigos y ahora también él hace la señal de la cruz. antes de las comidas.  

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