ESFL094

III semana de Pascua – Lunes

Creer en Jesús es nuestro trabajo

Al día siguiente, la multitud … se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo llegaste?». Jesús les respondió: «Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello». Ellos le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?». Jesús les respondió: «La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado». Jn 6,22-29

Proverbio de origen oriental: «Cuando un dedo apuntando a la luna, el tonto mira el dedo, el papel parece a la luna. » Cada milagro realizado por Jesús es un dedo apuntando a la Su Señoría, pero estaríamos locos si nos paramos a pensar acontecimiento en sí mismo, ya sea la cura de una enfermedad o el pan periódico todos los días podemos compartir en todo el nuestra mesa. Este es el reproche que Jesús hace a la multitud que perseguido y alcanzado el otro lado del lago de Tiberíades, después de comer el pan que ha aumentado: «ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse».

Es el riesgo que corremos cada mañana cuando, alrededor de esta mesa, por favor por nuestras intenciones: el trabajo, problemas de salud amigos y conocidos, Providencia. Es cierto que antes de orar por estas cosas, gracias por todo lo que el Señor nos dio el día anterior, pero no es suficiente riesgo para convertirse en una criatura de agradecimiento hábito. Al frente de cada la gracia que Dios nos da, debemos actuar para seguir conversión, como Pedro, frente al milagro de la pesca milagrosa, el pez sale de la red y el barco en la playa y se arrodilla, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador»  (Lc 5,8).

Concédenos, Señor, antes de la magnificencia de milagros y las gracias que nos llegan todos los días, para capturar nuestra indignidad y otra vez, con espíritu renovado, su discipulado. Ayúdanos, Señor, que, en el que vaya, el evangelio de buenos trabajadores.

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