ESFL088

II Semana de Pascua – Lunes

Renascer en el Espíritu

Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos. Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: «Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para  enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él». Jesús le respondió: «Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios.» Nicodemo le preguntó: «¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo maestro? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?». Jesús le respondió: «Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace de Espíritu es espíritu.  No te extrañes de que te haya dicho: «Ustedes tienen que renacer de lo alto». El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu». Jn 3,1-8

Nicodemo era una persona anciana, inquieta, pertenecía al sinedrio en calidad de doctor y muchos, en Israel, se dirigían a él como a un hombre de sabio y virtuoso. En nuestros días se podría llamar un “sabelotodo”, una persona que orienta el pensamiento de los demás. Era también una persona humilde, atento a los signos de los tiempos, y a la noticias del espíritu, por eso va a encontrar a Jesús, cuyos signos eran claramente de una persona enviada por Dios, aunque va de noche, porque un maestro que va a consultar a otro corre el riesgo de perder mucha de su credibilidad. Después que Nicodemo se presentó, Jesús va derecho al corazón del discurso: «Si uno no nace de lo alto, no puede ver el reino de los cielos».

También Nicodemo no pierde el tiempo y pone inmediatamente su pregunta típica de una persona sabia, que se da cuenta de haber llegado a la alegría y al asombro de quien ha llegado ya a la fuente de la vida y del asombro y del misterio.

Su pregunta es la de todo hombre que, después de haber conocido la realidad que lo circunda, siente la necesidad de un segundo nacimiento, un salto en la fe para penetrar en la esfera espiritual donde se encuentran las respuestas a los porqué de la vida: «Cómo puede nacer (de nuevo) un hombre siendo ya viejo». Jesús da una respuesta clara a este interrogativo:. A Nicodemo le dice que mire al futuro en la nueva realidad del reino de los cielos, mientras a nosotros nos pide mirar hacia atrás, desde cuando hemos recibido, cuando por el  bautismo, hemos comenzado a participar del reino. Nos pide revisitar con espíritu nuevo todo lo que hemos vivido y entendido, a través del tiempo, al introducirnos en el misterio de la alegría, de la fe y de  la esperanza, y para reapropiarnos del proyecto de vida que nos fue asignado. No será difícil, bastará deshacernos de los remos  demasiado terrenales en la barca y levantar las velas de la fe, abandonándonos al viento del Espíritu: «El viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de donde viene y a donde va», Confiemos en este viento.

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