ESFL011

II semana de Adviento – Viernes

El evangelio de la alegria y de la paz

¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros: «¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!» Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: «¡Ha perdido la cabeza!». Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores». Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras». Mt 11,16-19

La generación aquí descrita es semejante a la de hoy, porque parece que nada pueda hacer contenta a la gente por lo que son o lo que hacen. Aunque hoy no falten hombres de fe que viven agradecidos con Dios por los bienes que han recibido de Él, los mensajes que siguen abundando en nuestra sociedad son los negativos y crean sentido de desaliento y a veces hasta la de rebelión. Se ha visto pasar, desde hace algunos decenios, de las protestas de descontento y huelgas interminables para ganar algunas horas menos de trabajo a la semana, a, mientras hay otros problemas más importantes que tienden a engrandarse por sí mismos. Quien es tendencialmente insatisfecho encontrará siempre motivos para seguir siéndolo, mientras que el ciudadano del reino de los cielos se deja guiar por los signos del amor de Dios en la realidad que lo envuelve desde la mirada de los niños hasta el trascurso de las estaciones y al pan cotidiano. Para él cesa el deseo de tener más cosas y la manía de estar en otras partes.  Con la paz en el corazón es posible reconocer más claramente el proyecto que el Señor tiene para con nosotros y nos da su fuerza para realizarlo. Colocándonos en tal dimensión podemos vivir espíritu sincero, yendo más allá de las inevitables dificultades de la vida y gozando de las alegrías que Dios mismo nos ofrece.

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