ESFL008

II semana de Adviento – Martes          

Dios y el hombre en la Biblia 

¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.. Mt 18,12-14

Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: «¡Aquí está tu Dios!». Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede. Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.  «

Is 40,9-11

“Dos cosas llenan siempre de admiración y de reverencia siempre nuevas y crecientes, cuando el pensamiento se detiene a pensar en el cielo estrellado y la ley moral dentro de mí”. Esta afirmación del filósofo alemán Immanuel Kant es tal vez el escalón más elevado al que ha llegado la investigación humana. Para ir más allá se necesitan los ojos de la fe. Este es el medio que nos permite contemplar el Corazón de Dios en continua búsqueda del hombre, como el pastor en la parábola de la oveja perdida que sintetiza el sentido de toda la historia de la salvación. Desde el tiempo del pecado original Dios no cesa de buscar al hombre para conducirlo al “paraíso terrenal”, como el pastor busca la oveja perdida. Hace más de 4,000 años Dios llamó a un hombre, Abraham,  con quien la humanidad ha iniciado una nueva historia, que después se convirtió en la historia de su misma familia y, con el pasar del tiempo, la historia del pueblo de Israel, para la cual Dios llamó a otro hombre, Moisés. Dos mil años después Dios vio que los tiempos habían madurado, y entonces, mandó a su propio Hijo, encarnado en la persona de Jesús de Nazaret, quien por medio de la Iglesia ha extendido la salvación a todos los pueblos de la tierra.

Durante el desarrollo de esta historia, Dios se ha hecho poco a poco conocer, hasta que finalmente se ha revelado completamente en Jesucristo. Por esta continua revelación se ha percibido pensando a cómo se ha desarrollado en el hombre el concepto de Dios desde el tiempo de Abraham hasta el Nuevo Testamento. Leyendo las Sagradas Escrituras parecería que Dios, a través de la historia de la salvación, se haya desarrollado, pero en realidad, ha sido el conocimiento del hombre el que se ha desarrollado. Lo que en la historia parece el camino de Dios, en realidad, es  el camino del hombre reflejado en Dios, como en un espejo. El conocimiento de Dios en el hombre tiene su ápice en Jesucristo, quien nos ha revelado la verdad que por nosotros mismo nunca hubiéramos conocido: Dios es Padre, es Amor, es perdón. Cuando llegamos al conocimiento de esta verdad, llegamos a comprender que hemos sido encontrados por Dios y reconducidos al aprisco, como el buen Pastor en la parábola de hoy reconduce a la oveja perdida. 

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