ESFL316

XXIX semana del Tiempo Ordinario – Lunes

El ciclo de la vida

Les dijo entonces una parábola: «Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo «¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha». Después pensó: «Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida». Pero Dios le dijo: «Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?». Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios». Lc 12,16-21

Este hombre rico cuyas tierras habían producido mucho fruto, debió ser un hombre de edad madura, porque ese es el período de la vida en el cual se piensa a almacenar los bienes que se han acumulado. Antes y después los problemas son otros. En este verano, después de la cena, nos encontrábamos en el jardín de la casa de Castglioncello, trascurriendo las últimas horas del día en conversación, antes de irnos a la cama. Entre abuelos, hijos y nietos éramos unas quince personas. Pablo, el último nacido de Ana Rita, estaba tomando su última botella de leche; Clara y Carlota jugaban y discutían entre ellos, construyendo algo con las piedritas del jardín y platicando sobre lo que iban a ser más tarde cuando crecieran; Sara , que estaba terminando la escuela primaria, se burlaban de ella porque habían descubierto sus relaciones con un compañero de la escuela. Gabriel, siempre dado a las competiciones de natación, nos informaba sobre sus tiempos cronométricos y de los que pensaba hacer próximamente. Eugenio y Juan Mario hablaban de su propio trabajo y dentro de algunos años pensaban cómo invertir el dinero que ganaban.

En medio de todos estos sueños y programas estaban los abuelos que, mientras trataban de planificar los años que tenían por delante, estaban ya pensando al encuentro con el Señor. Nuestra edad ya no nos permite construir almacenes para las cosechas; pensamos mejor trasmitir a los demás lo que hemos aprendido en la vida de la existencia humana que, comenzando con los sueños desde que éramos niños, después los programas y realizaciones, se concluye pensando a dónde vamos ahora.

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