ESFL312

XXVIII semana del Tiempo Ordinario – Miércoles

El ejercicio de la autoridad 

Pero ¡ay de ustedes, fariseos, que pagan el impuesto de la menta, de la ruda y de todas las legumbres, y descuidan la justicia y el amor de Dios! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas! ¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!». Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: «Maestro, cuando hablas así, nos insultas también a nosotros». El le respondió: «¡Ay de ustedes también, porque imponen a los demás cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni siquiera con un dedo!Lc 11,42-46

Cada uno de nosotros, durante el día, tiene momento en que se encuentra desarrollando el servicio de la responsabilidad: en la familia, en el trabajo o en alguna otra actividad. Cada persona, pues, en ámbitos diferentes más o menos largos, debe ejercer la autoridad o el rol de jefe, por lo menos de sí mismo. El evangelio de hoy nos permite reflexionar sobre cómo ejercerlo. Los modos son dos: a través de la autoridad adquirida con la competencia y el servicio o haciendo valer el peso de la autoridad. En el primer caso, aunque sea institucional, es ejercitada en el campo de la “diaconía”, es decir, en el servicio; en el segundo caso, el jefe como tal por derecho adquirido o hereditario, y considera justo ser servido antes que servir.. El modo cristiano de ejercitar la autoridad es la “diaconía” o servicio, como lo ha ejercitado Moisés, Jesús, Pedro, Pablo y todos los líderes de la historia de la salvación. La diaconía es un trabajo global, de todo el hombre, de noche y de día: se propone ayudar en cualquier tipo de necesidad, material o espiritual, y parte del presupuesto y presupone que el jefe sea el primero en asumirse la responsabilidad y respetarlas reglas. Este modo de ejercer la autoridad da un derecho por resulta superfluo buscarla a través de la búsqueda de los primeros lugares en las asambleas y en las plazas. El que ejerce el rol de jefe sin tener la competencia y espíritu de servicio, haciendo valer el derecho de ser servido, tiene que crearse una imagen haciendo pesar la autoridad del rol. Es el comportamiento de los fariseos, en el evangelio de hoy revelado por Jesús sin términos medios. La primera regla de los fariseos era la de mostrar en público el respeto por las pequeñas leyes, como pagar la decima de la menta y de la ruda para poder transgredir en privado las grandes de la justicia y del amor por Dios y el prójimo.

La segunda es la búsqueda de los primeros lugares  en las sinagogas y el saludo en las plazas para así alimentar el rol de súbdito en relación con los demás. La tercera era la de descargar los pesos insoportables, sin que los hombres les fueran sometidos, como a veces sucede con los impuestos y contribuciones. Es la arrogancia de los poderosos que no tiene tiempo.

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