ESFL311

XXVIII semana del Tiempo Ordinario – Martes

La forma y la substancia

Cuando terminó de hablar, un fariseo lo invitó a cenar a su casa. Jesús entró y se sentó a la mesa. El fariseo extrañó de que no se lavara las manos antes de comer. Pero el Señor le dijo: «¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia. ¡Insensatos! El que hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro?  Den más bien como limosna lo que tienen y todo será puro. Lc 11,37-41

Es buena norma la de lavarse las manos antes de sentarse a comer, ya que durante el día tocamos todo con las manos, y la comida no debe favorecer las infecciones para nuestro cuerpo. Esta praxis higiénica, en el mundo hebreo en tiempos de Jesús, se había convertido en ley que ciertamente Jesús conocía y respetaba. Hoy, sin embargo, habiendo sido invitado por un fariseo, no la observa como con frecuencia sucede con los días de sábado, para enseñarles que la forma es importante, pero más todavía la substancia. Entonces como ahora, el respeto por las reglas, que deberían de ser manifestaciones exteriores de valores interiores, sirve para esconder el hecho que tales valores no existen, así como la comunicación esconde a veces los pensamiento que deberían ser trasmitidos. Hoy Jesús decide denunciar este falso formalismo y se sienta a la mesa sin antes hacer las abluciones de las manos.  «¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia».

Para Jesús son más importante los sentimientos del corazón: el amor, el perdón, la paz, la franqueza, la pureza de los pensamientos, la compasión, la atención a las necesidades del prójimo. Jesús exhorta a todos a dar como limosna lo que el plato contiene: “Den más bien como limosna lo que tienen”.  Ya que en el texto de hoy la copa y el plato simbolizan a las personas, Jesús exhorta a una limosna global, una donación completa de que uno tiene y de lo que uno es. Es un poner a disposición de los demás todo lo que uno posee, como son nuestros talentos para que sean traficados como en la famosa parábola de los talentos. No se trata de una limosna de dinero: es una donación de amor, paz, perdón, compartición y compasión. Estos son los talentos que hay que donar a veces junto a la moneda que se nos pide.

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