ESFL308

XXVII semana del Tiempo Ordinario – Sábado

Nuestra beatitud

Cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: «¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!». Jesús le respondió: «Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican».Lc 11,27-28

Cuando en la mañana, todavía con sueño, nos sentamos a la mesa delante de las taza de café todavía caliente, revisamos la agenda de trabajos y de personas que vamos a encontrar. No es una página vacía, está llena, pero de eventos que tenemos que vivir. Nos recuerda al diseño de la tela que hay que decorar y que en tarde aparecerá como un bellísimo dibujo. Antes de iniciar nuestro trabajo diario, esta costumbre de escuchar el Evangelio nos predispone la mente, el corazón, la boca e los dedos para hacer una bella costura.

Es el acto creativo del mundo, que cada día se renueva, y que Dios pone en nuestras manos para que la hagamos una cosa bella, buena y santa. Depende todo de nosotros, es difícil hacer un feo trabajo si en la mañana abrimos la mente y el corazón a esta Palabra que nos ilumina y nos guía. Escuchamos algún versículo del Salmo 103 que celebra el maravilloso evento de cada día, cuando en la mañana sale el sol y se renueva el acto creativo de Dios en el que Él, por su infinita bondad, nos ha pedido de participar. «Bendice al Señor, alma mía:¡Señor, Dios mío, qué grande eres! Estás vestido de esplendor y majestad 2 y te envuelves con un manto de luz. Tú extendiste el cielo como un toldo y construiste tu mansión sobre las aguas. Las nubes te sirven de carruaje y avanzas en alas del viento…. Subieron a las montañas, bajaron por los valles, hasta el lugar que les habías señalado…. Haces brotar fuentes en los valles, y corren sus aguas por las quebradas. Allí beben los animales del campo, los asnos salvajes apagan su sed. Las aves del cielo habitan junto a ellas y hacen oír su canto entre las ramas. Desde lo alto riegas las montañas, y la tierra se sacia con el fruto de tus obras. Haces brotar la hierba para el ganado y las plantas que el hombre cultiva, para sacar de la tierra el pan y el vino que alegra el corazón del hombre, para que él haga brillar su rostro con el aceite y el pan reconforte su corazón….. mandas la oscuridad, y cae la noche: entonces rondan las fieras de la selva…. Haces brillar el sol y se retiran, van a echarse en sus guardias: entonces sale el hombre a trabajar, a cumplir su jornada hasta la tarde…» (Sal 104). Este hombre que cada mañana sale a hacer su trabajo, por su fatiga, somos nosotros con nuestro diseño de vida, nos injertamos en el acto creativo de Dios.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *