ESFL296

XXVI semana del Tiempo Ordinario – Lunes

Hacerse pequeños para ser grandes

Entonces se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: «El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande». Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes».  Lc 9,46-50

Jesús ha apenas hablado a sus discípulos de la pasión: «Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres» (Lc 9,44). Ellos nos escucharlo lo que Jesús les había dicho y siguieron pensando en sus proyectos humanos, como si el destino del maestro no tuviera que ver con ellos. La discusión de que hablaban es frecuente en la Iglesia, pero no lo admitimos para no avergonzarnos. Como los primeros discípulos, cada uno de nosotros cultiva dentro de sí el deseo de ser el más grande, pensando realizarse como persona delante de Dios. Es difícil darse cuenta que para ser el primero debemos renunciar al prestigio, al dominio, a la posesión, a las cuales hemos llegado a un cierto nivel, para después renunciar a él, pero es difícil renunciar a él antes. Ya que de ciertos pensamientos los consideramos ridículos y pequeños, no  nos arrepentimos ni los confesamos, como hace los discípulos hoy, que sólo hablan entre ellos mismos. Es difícil aceptar que la verdadera aceptación pasa a través de la humildad, del servicio, la pobreza y el deseo de no superar a los demás. Jesús sabe todo esto y no pierde la ocasión para ejercer su función educativa. Toma entonces a un niño, lo pone cerca de ellos y les dice. « El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande «. Lo que Jesús es hoy tan verdadero que se podría considera su testamento, antes de entregarse a los soldados para morir en la cruz. Después de lavarle los pies a sus discípulos, Él les dirá:

«¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros»(Jn 13,12-14). Es una cosa tan grande, fácil de entender, pero muy difícil de aplicar, por eso Jesús continúa: “ Por eso felices si, sabiendo estas cosas, las practican» (Jn 13,17). Es por esto que la Iglesia, para seguir las huellas del Maestro, debe siempre pensar en el más débil, al pobre, al más pequeño y al último. En nuestra parroquia de Castiglinecello se hace esto sistemáticamente, todos los días, y éste es el motivo por el cual la amamos.

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