ESFL291

XXV semana del Tiempo Ordinario – Jueves

Las dudas del no creyente

El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: «Es Juan, que ha resucitado». Otros decían: «Es Elías, que se ha aparecido», y otros: «Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado». Pero Herodes decía: «A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?». Y trataba de verlo.  Lc 9,7-9

Las dudas de Herodes, en esta página del evangelio son dudas de la historia sobre la identidad de Jesús: ¿es un profeta, más grande que Juan el Bautista o es alguien más frande que un profeta? El evangelista Lucas pone este texto apenas antes de la multiplicación de los panes y de la confesión de Pedro, dos eventos en los que, en modo diverso, podemos encontrar la respuesta a las dudas de Herodes. Él no comprende, corque identifica a Jesús con figuras del pasado, personajes grandes que ya no existen. Es esta la única respuesta que lógicamente; es la única respuesta que pueden dar los hombres y la historia. Saber reconocer a Jesús como al Señor, vivo y presente, es la dificultad de todo hombre que haya oído hablar de Él, y de todo cristiano de hoy. Es el error de identificar al que vive con el que ya ha muerto en el  que han caído los mismos discípulos al final del evangelio. “¿Porqué buscan entre los muertos al que está vivo?” (Lc 24, 5): preguntan los dos ángeles a las mujeres que había venido a la tumba muy de mañana. También hoy en nuestros días hay mucha dificultad en el entender «profundamente» el mensaje de la resurrección y son asesinado, a veces de hecho, los que trasmiten ese mensaje, y los alaban después de muertos, cuando ya no son incómodos. “A Juan lo hice decapitar. Entonces ¿quién es este del que oigo decir semejante cosas?, se pregunta Herodes a sí mismo sin llegar a una respuesta. “Y trataba de verlo”. El deseo de ver a Jesús no era para encontrar la verdad, como el de Zaqueo, sino que era, en última análisis, para no hacerlo nacer de nuevo en sí mismo. Zaqueo sube a un árbol para poder ver a Jesús y encontrar en Él el rostro de la normalidad y para no hacerlo nacer en sí mismo de nuevo. Es también el modo, hoy, de muchas personas y muchas culturas, que quieren acercarse al evangelio: buscan lamenos real normalidad, antes que la verdad. Y llegan a encontrar al que buscan, como uno que va al bosque a buscar castañas y no ve los hongos.

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