ESFS153

Domingo de Pentecostés.

Cuando el Espíritu Santo viene

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse. Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían: «¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios». Hch 2,1-11

El Espíritu Santo, que pertenece a la esencia de Dios, ha siempre existido, es eterno. Aún en la historia de la salvación está siempre presente. La bellezadel universo, que brilla en el cielo estrellado como en un filo de hierba, es posible por el soplo continuo y constante del Espíritu Santo. Pero ha habido momentos en la historia de la creación y en la de la salvación, en los cuales el Espíritu Santo ha soplado má fuerte y ha habido momento que no se pueden describir, porque cualquier adjetivo es inadecuado. Sería como llamar aliento de viento una de aquella ráfagas que de vez en cuando suceden en Castiglioncello  se desatan en el mar y hacen mover a los boles de la pineda. Veámoslos.

Al principio de los tiempos el Espíritu de Dios ha creado la armonía del universo: “Al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las aguas” (Gn 1,1-2). Dios, después de seis días sibolicos   creó al hombre . El dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen” (Gn 1,26),  “el Señor Dios …. sopló en su nariz un aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente.” (Gn 2,7).

Finalmente, después de que el hombre se había persido por el pecado, cunando maduró el tiempo, Dios llamó a  Habraham, con quien dio inicio la historia de la salvación, realizada por Jesucristo, que consiste esencialmente en reordenar del espíritu humano, como la creación descrita en el Génesis había sido reordenada en toas sus cosas. Para realizar tal proyecto, a un cierto punto de la historia sucedió, por obra del Espíritu Santo, la concepción de Jesús de Nazaret:  “Pero el Angel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin»”  (Lc 1,30-33). Sucesivamente el Espíritu Santo descendió sobre Jesús de Nazaret, cuando Juan el bautista lo baitizó en el Jordán: “Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo. y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección»” (Lc 3,21-22).

Hoy celebramos el día de Pentecostés, en el cual el Espiritu Santo bajó sobre los apóstoles y María su Madre reunidos en el cenáculo. “Vino un viento impetuoso que se abatió sobre el cenáculo y todos quedaron llenos del Espíritu Santo. Aparecieron como lenguas de fuego que se dividían sobre cada uno de ellos y todos fueron colmados por el Espíritu Santo y comenzaron a hablar otras lenguas en las que el Espíritu daba el poder de expresarse.” Este relato pone en evidencia el efecto maravilloso de la bajada del Espíritu Santo en este mundo: ha sido la cancelación de la icomunicabilidad entre los hombres, quien desde el día de la construcción de l Torre de Babel, no podía ya entenderse. “Después [los hombres] dijeron: «Edifiquemos una ciudad, y también una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo, para perpetuar nuestro nombre y no dispersarnos por toda la tierra». Pero el Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo, y dijo: «Si esta es la primera obra que realizan, nada de lo que se propongan hacer les resultará imposible, mientras formen un solo pueblo y todos hablen la misma lengua. Bajemos entonces, y una vez allí, confundamos su lengua, para que ya no se entiendan unos a otros»”  (Gn 11,4-7). En en el día de Pentecostés, aún conociendo diversas lengua, los hombres comenzaron de nuevo a entenderse unos a otros.

Sucedió lo mismo en 1990,cuando fui invitado a Madrida dar una conferencia acerca de la reunión anual del Movimiento Carismático. Había apenas comnzado a hablar n Italiano y un interprete traducía en español, pero a un cierto punto, no obstante mi español pobre, sentí que debía comenzar a hablar en la lengua de los que me escuchaban. Me aventé y llegué hasta el final. No he nunca hablado tan bien el español ccmo aquel día.

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