ESFS151

VI semana de Pascua – Domingo.

Compartir es alegría en el cielo y en la tierra

Que Dios tenga piedad y nos bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros, para que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones. ¡Que los pueblos te den gracias, oh Dios, que todos los pueblos te den gracias! Que canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con justicia y guías a las naciones de la tierra. ¡Que los pueblos te den gracias, oh Dios, que todos los pueblos te den gracias! La tierra ha dado su fruto: el Señor, nuestro Dios, nos bendice. Que Dios nos bendiga, y lo teman todos los confines de la tierra. Sal 66

Después de haber gastado toda su jornada al servicio del prójimo, el padre Arturo un día iba caminando a buen paso por un camino en medio del bosque. Regresaba a su convento de Busto Arsizio e tenía hambre, no había comida durante varias horas. Él le dijo al Señor: “¡Tengo hambre!”. Entonces pasó un carro, de la alguien arrojó por la ventanilla una bolsita de plástico; Padre arutor la recogió y encontró en ella dos panecillos. “Piensen qué bueno es el Señor!” –exclamó en la tarde cuando vino a nuestra casa:”Él ha permitido que alguien arrojara esa bolsita con dos panecillos  para que yo comiera algo”.

Don Julio Facibene, tío de la tía Margarita, que la Iglesia  hace poco declaró beato y conocía la obra, se encontraba en un oficio postal para pagar una boleta ya caducada. Cuando llegó su turno le dijo al empleado: “No tengo toda la suma necesaria, ¿qué puedo hacer? Un señor que había escuchado y conocía la obra de deDon Julio, le dijo: “Le pago yo la diferencia” “Gracias – respondió el sacerdote – ¿Cómo se llama? Lo recordaré en mis oraciones. Actualmente estamos haciendo los restauros de nuestra cas en Castiglioncello, para que los los hijos y sobrinos pueda gozar de sus vacaciones y jugar juntos. No teníamos el dinero suficiente para los gastos, pero confiando en la Divina Providencia del Señor comenzamos los trabajos y Él nos ha mandado las entradas suficientes para pagar a los trabajadores. Son cosas que suceden todos los días a quien han confiada su propia vida enlas manos del Señor. Estos son modos excepcionales a través de los cuales  la <providencia se hace visible en los momentos de particular necidad, y por tales interventos podemos cantar: “Te alaben, oh Dios, todos os pueblos, que todos los pueblos te alaben”, como el salmo de hoy nos exhorta. Sin embargo, no debemos alabar al Señor por sus interventos extraordinaios, sino también por los ordinarios en nuestro trabajo profesional, con los que todos los días nos ayuda.: “La tierra nos ha dado su fruto. Nos bendiga el Señor Dios nuestro”. ¡El Señor es verdaderamente grande!  Hay, sin embargo, un comportamiento que debemos tener para que Dios nos bendiga a diario: es el de compartir lo que tenemos con el prójimo para que participe de nuestra alegría. Este comportamiento de compartir es motico de grande alegría en el cielo y en la tierra.  

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