ESFL096

III semana de Pascua – Miércoles

La evangelización y el ecumenismo

Ese mismo día, se desencadenó una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, excepto los Apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría. Unos hombres piadosos enterraron a Esteban y lo lloraron con gran pesar. Saulo, por su parte, perseguía a la Iglesia; iba de casa en casa y arrastraba a hombres y mujeres, llevándolos a la cárcel. Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Palabra. Felipe descendió a una ciudad de Samaría y allí predicaba a Cristo. Al oírlo y al ver los milagros que hacía, todos recibían unánimemente las palabras de Felipe. Porque los espíritus impuros, dando grandes gritos, salían de muchos que estaban poseídos, y buen número de paralíticos y lisiados quedaron curados. Y fue grande la alegría de aquella ciudad. Hch 8,1b-8

Este texto nos muestra el fermento social que el nacimiento de la Iglesia ha creado en Jerusalén y en las regiones de Judea y Samaría. El martirio de San Esteban, los primeros cristianos llevados a la cárcel, otros que son idspersados y las curaciones que se realizaron como cuando Jesús estaba presente en la tierra son una consecuencia. En esta escena encontramos a Pablo quien, estando ya en la mirfada del Espíritu Santo, todavía es un acérrimo perseguidor de la Iglesia. Fue por las persecuciones como la descrita en el texto de hoy, y la diáspora den donde comienza a extenderse el evangelio, con la ayuda del Espífitu Santo, quien para realizar el programa de la salvación del mundo, utiliza aún los eventos negativos de la historia. Lo importante e s que haya cida  y crecimiento, porque el verdaderopeligro para la Iglesia no son las persecuciones, sino más bien el inmovilismo. El mismo peligro corren, hoy en día, las famlias y las parrouias, cuando la vida cristiana se convierte en algo habitudinario y se defienden las posiciones las posiciones alcanzadas, la Iglesia sufre; y cuando es anunciado el Evangelio con ánimo y vienen las persecuciones, la Iglesia vive.

Hace algunos años, cuando éramos más activos en el movimiento de la Renovación Carismática, participábamos a enconcuentros ecuménicos entre las diferentes denominaciones de la iglesia. Éramos atraídos por el espíritu de unidad, pero vivíamos aquellos momentos con pena, porque era imposible anunciar el Evangelio juntos. La evangelización, de hecho, después del primer anuncio, requiere  la inserción en la Iglesia. Y ¿cómo era posible poner en acción si nuestras igesias estaban separadas? Es èste uno de los problemas del ecumenismo; el otro es la imposibilidad de participar juntos en la Eucaristía, que está presente sólo en la Iglesia Católica y en la Ortodoxa. También este segundo problema lo hemos vivimos en toda su dramaticidad, un día de 1989, durante un encuentro ecuménico que se celebró en Jerusalén, después de hacer oración y meditado en las Escrituras, los católicos nos separábamos de los demás para celebrar la Eucaristía, y los demás seguían orando solos. ¡Cuánta rtristeza!

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