ESFL333

XXXI semana del Tiempo Ordinario – Miércoles

Como seguir  a Jesús

Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: «Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.Lc 14,25-27

¿Cómo es posible que Jesús pida ser amado más que a la esposa y a los hijos? ¿Es una petición aceptable? Naturalmente se trata de una decisión extrema, que habría que tomar en cuenta sólo en caso que el cónyuge o la familia se opusieran a hacer un camino juntos en la secuela del Señor. En tal caso, sin abdicar a su propio rol y a los empeños propios familiares, hay que ponerse en camino solos, esperando que el resto de la familia haga lo mismo después. Esto sucederá si los familiares se darán cuenta que el camino de fe nos ha hecho mejores, en el modo de ejercer nuestro rol familiar. Sin embargo la petición de Jesús de ser preferido a la esposa y a los hijos tiene motivaciones bíblicas que se remontan al inicio de los tiempos, cuando Dios creó al hombre a su imagen: lo creó a imagen de Dios, hombre y mujer, y les dijo: “Sean fecundos y multiplíquense” (Gen 1,27-28). El hombre y la mujer fueron creados para ser imágenes de Dios en al unión y en la procreación, por tanto, en la medida en que el matrimonio y la familia se mantienen en Dios, la bendición permanece: “Dios los bendijo”. Ya que Jesús de Nazaret es Hijo de Dios y Dios mismo, preferir a la familia a Él es alejarse de Él como sucedió al inicio de los tiempos. Una familia que se constituye y vive en el Señor, se une a Dios como era antes del pecado original. Esta es una decisión que hay que tomar sabiendo que no se puede regresar.  No es posible ni siquiera hacer algún programa, como generalmente se hace, cuando se hace un proyecto: ¡hay que iniciar y basta!   Sabemos, sin embargo, que al final, el suceso será garantizado, porque la realización del proyecto está puesta en las manos del Señor.

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