ESFL290

XXV semana del Tiempo Ordinario – Miércoles

La missión cotidiana   

Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para curar las enfermedades. Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos, diciéndoles: «No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno. Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir.  Si no los reciben, al salir de esas ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos». Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes.Lc 9,1-6

Hoy nos encontramos delante de la «carta magna» del misionero. Dentro demedia hora nos levantaremos de la mesa e iremos cada quien realizar sus actividades personales en la oficina, en la escuela, en la universidad. Ninguno de nosotros irá a las misiones en el modo descrito por el evangelio de hoy, pero cada quien deberá realizar sus actividades como misionero. Hay un modo de trabajar, de estudiar y de enseñar, según el cual, sin ir a evangelizar, se evangeliza mientras se camina. Jesús no nos dice lo que debemos hacer o decir, como no lo dijo a sus mismos discípulos en el evangelio de hoy. Nos lo dirá el Espíritu Santo. El Señor nos dice, sin embargo, cómo debemos ir, ya que el modo en que iremos será parte integrante de la misión. No nos dice de ir en la pobreza, sino en la «esencialidad», como personas a quien no falta nada ni tiene como superfluo. El evangeio dice que deberemos ir  con autoridad a echar fuera a los demonios y de curar las enfermedades, pero no deberemos hacer ningún exorcismo. De cualquier modo si obramos con competencia, con generosidad, con caridad, con simplicidad, los mismos demonios huirán de nosotros, gritando como delante de Jesús: “¿Has venido aquí para atormentarnos antes del tiempo?  (Mt 8,29). No deberemos curar ninguna enfermedad como normalmente lo hacemos, dándoles alguna aspirina o jarabe. Hay otras enfermedades que hay que curar en la sociedad: enfermedades interiores, psíquicas, de dependencia, infelicidad. ¿Cómo hacerle? Hay un solo modo de hacerlo. La oración silenciosa. Nos sucede de hecho de pasar cerca de un enfermo o disturbado, por quien lo único que podemos hacer es una oración silenciosa. Los demás no la oyen, pero el Señor la escucha y le personas se siente mejor.

No es necesario tampoco con ir con el portafolio lleno de dinero. Cuando Pedro encuentra al paralítica cerca de la Puerta Hermosa del templo, le dice: » No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina » (Hch 3,6). Si Pedro hubiera tenido una moneda de oro o de plata, se la hubiera dado, pero el paralítico hubiera queda igual. Se evangeliza mientras se camina.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *